viernes, 17 de marzo de 2017

El señor oscuro

 El Señor Oscuro salió a bailar con la luna.

Tenía la cara del color de la sombra,

pero sus zapatos blancos brillaban

bajo su luz.

El Señor Oscuro no tiene cara,

su boca es una sonrisa y sus

dientes son blancos, como la luna.

En las noches oscuras se confunde

con las tinieblas, y las gentes se

esconden de él, temiendo a su sombra

Por eso, en cada casa una luz le aleja

de los malos miedos y de los terrores

que sienten los niños al irse a la cama.

Pero el señor oscuro es inofensivo.

Como lo es la brisa de verano, o

el agua cantarina de los arroyos.

Él solo es una sombra de alguien

al que le gustaba mucho bailar,

que perdió sus contornos y se

dejó llevar por el influjo de la luna.

Ahora baila cada noche, al lado

del río, o en la cima de una montaña,

haciendo equilibrios al borde de los

abismos.

Al señor oscuro le gusta destacar, pero

delante de las luces esconde su figura.

Es como si temiera desvanecerse,

como desaparecen los rayos de luna

a la salida del sol.

Algunos que le vieron, o creyeron verlo,

dicen que vive bajo la hierba de los bosques,

o escondido en una oquedad, dentro de los

troncos carcomidos de los árboles.

Pero todos coinciden que nunca saldrá

de día.

A este bailarín contumaz, tan sólo le detiene

la salida del sol.