sábado, 23 de abril de 2016
Jara
El camino estaba tenuemente iluminado, no paraba de llover. Acababa de enterrar a Jara.
Le sorprendió verla aparecer. Tenía el pelaje embarrado y sanguinolento, y todavía conservaba el collar.
Aulló desesperada una caricia. No podía dejarla entrar. Bajó su mirada y arrancó el coche. Cobardemente se perdió en la lejanía.
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