COMO ESTRELLAS
FUGACES
Como estrellas
fugaces son los destinos de los hombres,
y nadie puede
adivinar qué será, hasta que sea.
Como trenes en la
distancia de la noche
se acercan, y son
estos, los días que llegarán.
Estaciones
iluminadas, andenes que se alargan,
y la gente, que
camina, maleta en mano.
Trenes que son
destinos y te transportan
hacia la gran
ciudad, la que siempre deseaste conocer.
Te dicen que Lisboa
está en la órbita de un mar
que sólo es río.
¡Pero qué río es
este Tajo!
Largo, como un tren,
que serpentea bajo caminos
estrellados.
Corre, a la par que
el vagón donde te meces,
gira con la máquina
en el recodo de la curva.
Se detiene en
la pequeña estación de otra ciudad,
para reposar
entre cambios de vía
y cafés de madrugada.
Estrellas en el
cielo, reflejos en la vía,
y hombres de manos
engrasadas que
trabajan bajo la luz
de la luna.
Se ve, desde la
litera en movimiento,
un cielo cuajado de
luces,
parpadeos diminutos,
como cien destinos
posibles.
Arranca el tren.
De camino a Lisboa,
no verás
mil paisajes disfrazados
en la oscuridad.
Porque ahora
duermes, con el nuevo vaivén,
dejando en manos de
la noche, los sueños.
Cuando de temprano
llegues, tu destino
esperará sentado en
un banco de aquella estación,
bajo el reloj, a la
hora temprana del café.
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