viernes, 2 de abril de 2021

El suicida que no podía morir Manuel Torres

 El poder de una obsesión: la venganza.


Descubrí la novela de Manuel Torres por medio de su anuncio en La Biblioteca de Paint Bridge. Su portada me llamó enseguida la atención: Un arcángel que somete al demonio. Y nada menos que el arcángel Miguel. Conocía la escultura porque forma parte de la imaginería de mi pueblo, del cuál es su patrón. Con ese aliciente, me dispuse a leer el libro.

Me gustó que el autor construyera una historia bien documentada, pues se nota el trabajo que ha realizado para confeccionar su mundo. Las descripciones de la ciudad de Donostia son reales, y puedo asegurar que me sentí viajera de sus calles y de sus bares y hasta sentí la brisa del mar en la Playa de la Concha y el aire frío que venía del mar en tiempos de borrasca. 

Una historia tremenda, donde el horror no esconde su verdadera cara. El maltrato hacia los niños, su desvalida existencia, que hasta te hace llorar en momentos trascendentales de la trama. Sus personajes son héroes sin capa ni poderes mágicos. Hombres de carne y hueso que han pasado por el duro calvario de la existencia. A veces te solidarizas con el asesino, ese suicida que no podía morir porque se anclaba a la vida hasta conseguir su objetivo primario.

La trama está bien resuelta, con un entorno social en el que vemos la ignominia que sufren los desheredados. No faltan cabos por atar, con un estilo depurado, muy parecido a la del autor de novela negra Henning Mankell, el cual es uno de mis favoritos. 

Le doy la enhorabuena a su autor, Manuel Torres ha sabido bordar una novela con puntada fina. La recomiendo enormemente. Os sorprenderá.

Carmen H.






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